¿Te has preguntado si la causa de tu soltería podría estar en tus propios genes? En todas las familias hay una tía solterona o un primo que, a pesar de sus años y de los deseos de sus padres, aún vive solo. Y es en esos momentos de desesperación cuando termina una relación que la mayoría de nosotros nos preguntamos si acaso terminaremos igual que ellos. En otras épocas, nuestras solitarias vidas estarían destinadas a vestir santos; hoy, tenemos la libertad de elegir qué hacer con nuestra soltería. ¿Algunos humanos están destinados a la soledad?
Aunque muchos disfrutamos los momentos en soledad, millones de personas temen estar solas. Las aterra la sola idea de convertirse en un solterón o solterona, sin tener un compañero que llevar a las reuniones familiares, dando explicaciones sobre los motivos de su soledad y evitando las típicas salidas en pareja. Si bien en todas las familias hay uno, la soltería no se hereda; aunque existen factores psicológicos y genéticos que pueden destinarte a ella.
La soledad, ¿un problema moderno?
Todo el mundo se siente solo de vez en cuando, pero algunas personas lo sufren de verdad, ya que pueden sentirse aislados durante años, aunque se encuentren rodeados de amigos y familiares. Estos individuos se llevan tan mal con la soledad que incluso, son menos saludables que el resto de los mortales. La ciencia ha tratado de explicar los motivos por los que algunos disfrutamos de la soledad mientras que otros le temen. Y aunque algunos especialistas no estén de acuerdo, puede que la respuesta esté en los genes.
En el año 2005, un grupo de investigadores de la Universidad Libre de Amsterdam y de la Universidad de Chicago analizaron los datos de 8.000 gemelos idénticos y no idénticos para determinar qué diferencias existían en su respuesta a la soledad y encontraron que la genética tenía una influencia significativa en su comportamiento.
El aislamiento es una necesidad biológica
El estudio sugiere que la necesidad de estar en soledad puede provenir de tiempos prehistóricos, cuando los cazadores-recolectores se alejaban de los demás para no tener que compartir la comida. Apartarse del grupo y permanecer durante cierto tiempo aislados les permitía estar mejor alimentados y tener más chances de sobrevivir. Además, cada comunidad necesitaba individuos con cierta desconexión social que pudieran salir a explorar y así mantener alerta y seguro al grupo.
Los expertos señalan que esta estrategia tuvo un lado negativo, ya que estas personas aisladas desarrollaron una disposición para la ansiedad, la hostilidad, la negatividad y la alejamiento social. El estudio demuestra que, para ciertas personas, la soledad es una necesidad biológica tan real como el hambre, la sed o el dolor y por eso no sería lógico pensar que se puede ayudar a las personas solitarias con sólo cambiar su entorno.
La soledad ha sido, por siglos, la musa inspiradora de canciones, poemas y todo tipo de historias. Muchos la señalan como el gran mal de nuestro tiempo y la causa de la infelicidad de millones de personas. Sin embargo, puede resultar muy gratificante cuando aprendes que no necesitas de nadie más para hacer todo lo quieras.
Prepara un chocolate, un buen café, elige una película, una serie o un libro que te lleve lejos y no volverás a sentirte solo.
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