La contadora brasileña, Ana Catarina
Bezerra, obtuvo el aval de un juez en aquel país para poder masturbarse en su
lugar de trabajo, debido al estrés y al desorden que ella padece.
La contadora
brasileña, Ana Catarina Bezerra, obtuvo el aval de un juez en aquel país para
poder masturbarse en su lugar de trabajo, debido al estrés y al desorden que
ella padece.
La mayoría de las personas que son víctimas de un estrés excesivo eligen diferentes acciones para liberarlo; algunos salen a dar una vuelta a estirar las piernas, navegan en las redes sociales, otros se fuman un cigarro o van a la máquina dispensadora por alguna golosina, sin embargo Bezerra recurre a la masturbación y lo hace hasta 18 veces al día.
Ella ha sido diagnosticada con exceso de ansiedad y con un desorden llamado “hipersexualidad”
Para Ana Catarina, la masturbación es como un antídoto conductual para combatir su desequilibrio químico, el cual aparentemente de detona por problemas hormonales. Ana se dio cuenta que el masturbarse le ayudaba a sentir un momentáneo alivio ante su desbordado estrés.
“Me ponía tan mal que en ocasiones me masturbaba hasta 47 veces al día, y fue ahí cuando decidí pedir ayuda. Sabía que mi caso no era normal”.
Ana tuvo que llevar a su jefe ante un juez para asegurar que le concediera autorización para masturbarse a lo largo de la jornada laboral.
Finalmente ganó el caso y ahora puede masturbarse en la oficina, incluso recurriendo a sesiones de porno en su computadora de trabajo.
La mayoría de las personas que son víctimas de un estrés excesivo eligen diferentes acciones para liberarlo; algunos salen a dar una vuelta a estirar las piernas, navegan en las redes sociales, otros se fuman un cigarro o van a la máquina dispensadora por alguna golosina, sin embargo Bezerra recurre a la masturbación y lo hace hasta 18 veces al día.
Ella ha sido diagnosticada con exceso de ansiedad y con un desorden llamado “hipersexualidad”
Para Ana Catarina, la masturbación es como un antídoto conductual para combatir su desequilibrio químico, el cual aparentemente de detona por problemas hormonales. Ana se dio cuenta que el masturbarse le ayudaba a sentir un momentáneo alivio ante su desbordado estrés.
“Me ponía tan mal que en ocasiones me masturbaba hasta 47 veces al día, y fue ahí cuando decidí pedir ayuda. Sabía que mi caso no era normal”.
Ana tuvo que llevar a su jefe ante un juez para asegurar que le concediera autorización para masturbarse a lo largo de la jornada laboral.
Finalmente ganó el caso y ahora puede masturbarse en la oficina, incluso recurriendo a sesiones de porno en su computadora de trabajo.
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