La mayoría de las personas tienen la costumbre de bañarse a diario, pues
una buena higiene suele asociarse con una buena salud. Sin embargo, bañarse
demasiado seguido podría tener efectos dañinos en la piel. Las duchas diarias
son relativamente recientes, hace cien años los baños semanales eran la norma.
Quizá nuestros antepasados no estaban del todo equivocados...
La capa más externa de la epidermis, llamada capa córnea, compone una barrera de células muertas y endurecidas que protegen a las capas subyacentes de células vivas. Se mantiene unida por lípidos; compuestos grasos que ayudan a mantener a la piel humectada.
Cuando uno se baña, especialmente con agua caliente, utilizando jabón y zacate, se daña la capa córnea de la piel. El jabón y el agua disuelven los lípidos de la superficie y al tallarse se desprenden las células muertas. Entre más seguido se repita este proceso, mayor es el deterioro de la capa córnea y menor el tiempo de reparación de la piel a través de la secreción de aceites naturales. (Debemos tomar en cuenta que la piel se regenera cada 28 días). El resultado de los baños excesivos es una piel seca e irritada.
En un estudio liderado por el Dr. Richard Gallo, de la Universidad de California en San Diego, se concluye que el lavado excesivo incluso puede llegar a ser dañino, ya que elimina las bacterias benéficas de la piel que el cuerpo utiliza para combatir infecciones. El secado brusco con la toalla representa otro problema, pues también lesiona la capa externa de la epidermis. Es importante utilizar una toalla tersa y secarse con palmadas suaves.
La composición química de la piel varía de persona en persona, así que el baño diario no es tan dañino para todos. Lo recomendable, es saltárselo de vez en cuando, especialmente si no se realizó mucha actividad física durante el día. Si no crees poder abandonar este hábito, lo mejor es utilizar jabones suaves, agua tibia en vez de caliente y aplicar crema humectante al salir de la regadera.
La capa más externa de la epidermis, llamada capa córnea, compone una barrera de células muertas y endurecidas que protegen a las capas subyacentes de células vivas. Se mantiene unida por lípidos; compuestos grasos que ayudan a mantener a la piel humectada.
Cuando uno se baña, especialmente con agua caliente, utilizando jabón y zacate, se daña la capa córnea de la piel. El jabón y el agua disuelven los lípidos de la superficie y al tallarse se desprenden las células muertas. Entre más seguido se repita este proceso, mayor es el deterioro de la capa córnea y menor el tiempo de reparación de la piel a través de la secreción de aceites naturales. (Debemos tomar en cuenta que la piel se regenera cada 28 días). El resultado de los baños excesivos es una piel seca e irritada.
En un estudio liderado por el Dr. Richard Gallo, de la Universidad de California en San Diego, se concluye que el lavado excesivo incluso puede llegar a ser dañino, ya que elimina las bacterias benéficas de la piel que el cuerpo utiliza para combatir infecciones. El secado brusco con la toalla representa otro problema, pues también lesiona la capa externa de la epidermis. Es importante utilizar una toalla tersa y secarse con palmadas suaves.
La composición química de la piel varía de persona en persona, así que el baño diario no es tan dañino para todos. Lo recomendable, es saltárselo de vez en cuando, especialmente si no se realizó mucha actividad física durante el día. Si no crees poder abandonar este hábito, lo mejor es utilizar jabones suaves, agua tibia en vez de caliente y aplicar crema humectante al salir de la regadera.
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